domingo, 31 de marzo de 2013

Buscando mi talento



I
Mi madre me ha dicho algo así como que todas las personas tienen un talento innato. Y qué es eso. Explícame. “Sí, peque. Quiere decir que en todos hay una cualidad que nos destaca y diferencia del resto. Vamos, algo en lo que somos mucho mejores que los demás”. ¿Y yo? ¿Y yo, mamí? ¿En qué soy muy bueno? “¿Tú? ¿Tú? Anda, arrea, tira para allá… que a ti, a hacer trastadas no te gana nadie”. Buuuhhhh. Bueno, habrá algo más, digo yo. “…tendrás que buscarlo, Sergiete, no siempre estos detalles saltan a la vista”. Me enfado. Es que, en nada de nada de lo que se me ocurre me parece a mí que yo tengo talento.

II
Será que corro más que nadie. Cuando jugamos a pillar, es difícil que me cojan. Y ahora, que estamos ahí, en línea, a punto de hacer una carrera en el campeonato del cole, voy a demostrarlo. Preparados. Respiro fuerte. Se trata de ir más deprisa. Listos. La seño levanta el brazo. ¡YAAAAAAAAA! Salgo como una flecha. Pero hay otras flechas que me adelantan. Tengo que volar. Piececitos, volad, hacedme el favor. Cuando llego a la meta, me arde la carita, voy detrás de la profe. “Seño, seño, ¿y para el cuarto no hay premio?”. Dice que no, que sólo para el primero, segundo y tercero. Oro, plata, bronce. “No es justo”. Insisto. “El cuarto qué”. La persigo. Tanto se lo digo, que ella rebusca en su bolso. Y me da un boli bic naranja. “Toma, el premio del cuarto”. Bueno, yo corro mucho. Pero por lo menos hay tres que hoy han sido más rápidos.

III
Eso es. Bailo más que bien. Para la fiesta del cole, la señorita Manolita ha organizado un grupo de danzas. Empezamos por el principio. Primero lo hace ella despacio. Un-dos-tres-cuatro. ¿Es eso? Mira qué bien. Un-dos-tres-cuatro. Luego lo hace, pero con música. Repetimos todos.  El lío vendrá cuando con los brazos en alto toquemos las castañuelas. Hm, hm. Me señala: “Sergio, no vas al ritmo de todos”. Eh, cómo que no. Lo intento de nuevo. Le tengo que poner más ganas. Al finalizar el ensayo, viene y me dice que esto es para tomárselo en serio y que es mejor que me vaya a jugar. Salgo corriendo al patio. Por el camino, me voy parando, repito el un-dos-tres-cuatro, y resulta que cuando no me mira nadie, es cuando lo bordo y mejor me sale.

IV
Estoy solo en la cocina. Acabo de merendar. Ahí lo tengo. Cocinar es lo mío. Se me da bien. Registro en el armario. Esta sartén pequeñita me vendrá de rechupete. Ahora me subo al taburete. Alcanzo el tarro del arroz. Y por aquí, qué veo, qué veo. Tomate frito. Con buenos ingredientes tiene que salir buenos alimentos. Arroz con tomate, en versión delicatesen. Relleno la sartén. Pongo agua. Tengo que encender el fuego. Pero, antes le doy al gas. Clic, clic. Salta una llama azul. Ahí está. Cubro el arroz con el tomate. Aquello empieza a calentarse. Huele… Lo remuevo con la paleta. Como haría mi madre. La sartén humea. Enciendo el extractor. Qué ruido. La sartén salpica. Ostras. Me he manchado. Bueno. Apago ya el fuego. Contemplo mi obra. Acerco la nariz. Puag. Y ahora esto quién se lo come. PLAAAAAM. Se abre la puerta de la cocina. Uf, qué susto. “¿Qué estás haciendo, Sergioooo?”. No tengo mucho que explicarle a mi padre. Salta a la vista el desparrame. Mientras entra de un salto y empieza a borrar el rastro de mi primer arroz con tomate, sin reñirme, me dice: “…podrías haber empezado por la lección primera: untar galletas con crema de chocolate”. Cuando me ve las intenciones, exclama un glup, y añade: “…eh, eh, con el cuchillo de plástico, claro”.

V
No soy tampoco el que más aguanta la respiración debajo del agua. Jolines jopeta.  

VI
RIINGGG, RIINGGGG. Abran paso, que vooooy. ¿Sabes Bruce, hoy es mi cumple? ¿Que cuántos? Pues cinco. ¡Ehh, Consue, hoy es mi cumple! ¡Ya tengo cinco! ¡Holaaaa, Vladimiiiir! ¡Hoy es mi cumpleaños! ¡Eh, señor comosellame… hoy es mi cumple! Bueno, yo creo que toda la calle ya lo sabe. Ahora me felicitarán porque desde hoy soy mayor. Pedaleo con mi bici nueva de dos ruedas. Hacia el cole. Ya no tengo que circular por el carril triciclos. Ése se queda para los pequeñajos. RIINGGG, RIIINGGG. Voy por el carril bicis grandes. En esto sí que soy muy pero que muy bueno. ¡Eeeeeeep! RINNNGGGG, RINNNNG. ¡Apártese, apártese! HIIIIIIIIII. CRASHHHHH. Ufffffff. Uffffff. Mami, mami, me he caído, pero no me he hecho nada. Un rasconcito en el codo nada más. Y el manillar un poco doblado. Pero por eso yo no lloro, que ya tengo cinco. Ya me subo otra vez. Y sí, yo sí que miro por dónde voy, no te preocupes. El timbre funciona. Mira: RINGGGG, RINGGGGG.

VII
Que no, que yo no quiero más tarta, mamá. No, no estoy raro. No, no tengo muchas ganas de jugar. No, no he reñido con nadie. No, no me pasa nada, de verdad. Bueno. Un poco serio sí estoy. ¡Es que yo no encuentro mi talento, el que tú decías que todos tenemos! Oye, no te rías. No te burles de mí o me enfado. Es que yo creo que no soy bueno en nada. Nada de lo que hago me sale bien del todo. Bueno. Ya hablaremos, vale. Ahora voy con mis amigos otra vez. Me están esperando para jugar, sí. No, no es que ellos sean muy callados. Lo que pasa es que, como cada uno habla un idioma distinto, entre ellos no se entienden bien. 

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